Mi amigo R no me cree, pero yo le digo que es verdad. No
entiendo por qué se le hace extraño algo tan natural como que te salgan bigotes
de gato en el dedo. "A cualquier persona que sea dueño de un gato le
salen", le respondí.
R no me cree porque él tiene un gatito, incluso antes de que
yo tuviera a la mía, y nunca —me dijo— le han salido bigotes a su dedo. Ante su
incredulidad, yo lo único que pude hacer fue mandarle una foto con la evidencia
para que viera que era cierto lo que le contaba: